Lunes, odioso lunes, daba igual en el lugar donde estuvieras, incluso en el lugar mas remoto de la tierra los lunes serian odiados por cualquier persona.
La tarde anterior me había llamado Will, para decirme que el lunes no podría venir a recogerme asique encima me tocaba irme a pata yo sola ya que Kate entraba ese día antes que yo, como siempre propuse levantarme pronto pero en mi caso eso era imposible desde que nací.
Me levanté a las 8 y media para ducharme y arreglarme un poco ya que hoy eran practicas íbamos a ir un poco más decentes, pero dio lo mismo al final acabé poniéndome lo primero que vi en el armario, despues me dispuse a desayunar pero ya era algo imposible, como no era de extrañar no de daba tiempo a nada asique salí corriendo de casa, el metro estaba abarrotado de gente, casi no podías ni respirar te faltaba el aire, por no hablar de las mil clases de olores que había allí dentro, pero eso pasaba desapercibido yo solo veía el reloj que avanzaba muy deprisa, me quedaban a penas 20 minutos para entrar en clase y si no llegaba Kate y Mike me iban a matar, ya que hoy presentábamos el trabajo de filosofía que habíamos estado haciendo durante toda la semana pasada.
Cuando salí de la estación de metro fui corriendo pero para suerte la mía que todos los semáforos me pillaban en rojo y tan solo quedaban 5 minutos para que llegara a clase mientras andaba entre la gente cruzaba los dedos para que la señora Meyer llegara más tarde, pero eso ni borracha me lo creía, esa señora estaba en la puerta desde que soñaba el timbre y para mejor todo muco más me llamaban al móvil y no lo encontraba, cuando lo cogí como pude llevaba en las manos la mitad del bolso.
La tarde anterior me había llamado Will, para decirme que el lunes no podría venir a recogerme asique encima me tocaba irme a pata yo sola ya que Kate entraba ese día antes que yo, como siempre propuse levantarme pronto pero en mi caso eso era imposible desde que nací.
Me levanté a las 8 y media para ducharme y arreglarme un poco ya que hoy eran practicas íbamos a ir un poco más decentes, pero dio lo mismo al final acabé poniéndome lo primero que vi en el armario, despues me dispuse a desayunar pero ya era algo imposible, como no era de extrañar no de daba tiempo a nada asique salí corriendo de casa, el metro estaba abarrotado de gente, casi no podías ni respirar te faltaba el aire, por no hablar de las mil clases de olores que había allí dentro, pero eso pasaba desapercibido yo solo veía el reloj que avanzaba muy deprisa, me quedaban a penas 20 minutos para entrar en clase y si no llegaba Kate y Mike me iban a matar, ya que hoy presentábamos el trabajo de filosofía que habíamos estado haciendo durante toda la semana pasada.
Cuando salí de la estación de metro fui corriendo pero para suerte la mía que todos los semáforos me pillaban en rojo y tan solo quedaban 5 minutos para que llegara a clase mientras andaba entre la gente cruzaba los dedos para que la señora Meyer llegara más tarde, pero eso ni borracha me lo creía, esa señora estaba en la puerta desde que soñaba el timbre y para mejor todo muco más me llamaban al móvil y no lo encontraba, cuando lo cogí como pude llevaba en las manos la mitad del bolso.
- ¿Si?
- ¿Tía donde estás?, que la señora esta, está a punto de venir.
- Estoy llegando estoy llegando, en 5 segundos estoy allí, no te preocupes.
- Date prisa.
- ¡Sí, sí ya voy! - colgué el teléfono de mala gana y seguí mi camino, solo me faltaba una calle para llegar, parecía que lo iba a conseguir hasta que llegué a la puerta y vi como salía un chico.
- Si vas a entrar a la clase de filosofía, no te molestes,ya no deja entrar.
- ¿¡Qué!? Mierda. - dije mientras se me caían todas las cosas al suelo. - y con esto completo el día.
- No, creo que sea para tanto, solo son unas practicas. - me dijo mientras se agachaba a recoger las cosas conmigo.
- Sí, supongo, pero eran las primeras... - aún no le había mirado a la cara despues de que me estaba ayudando a recoger mis cosas, cuando levantó la vista y vi esos ojos lo reconocí al instante era el chico del parque, no me lo podía creer, me quede embobada él se dio cuenta y sonrió. - Gracias.
- No ha sido nada.
- Bueno pues...
- ¿Oye quieres venirte conmigo a tomar algo? - dijo sonriéndome mientras me devolvía mis cosas.
- Claro, porque no, además no podemos entrar en las dos siguientes clases asique... no tenemos nada que hacer.
- Claro, vamos.
Caminamos los dos juntos hacia una cafetería que estaba cerca de la universidad, yo me moría de vergüenza tan solo de tenerlo al lado y las palabras no salían de mi boca era como si todas se me estuvieran amontonando en la punta de la lengua queriendo salir pero no lo hacían, el de vez en cuando me miraba y sonreía, lo que hacía que mi nerviosismo aumentara cada vez más, pero ¿porque me comportaba así? ¿ni que tuviera dos años?.
Caminamos los dos juntos hacia una cafetería que estaba cerca de la universidad, yo me moría de vergüenza tan solo de tenerlo al lado y las palabras no salían de mi boca era como si todas se me estuvieran amontonando en la punta de la lengua queriendo salir pero no lo hacían, el de vez en cuando me miraba y sonreía, lo que hacía que mi nerviosismo aumentara cada vez más, pero ¿porque me comportaba así? ¿ni que tuviera dos años?.
Llegamos a las cafetería y nos sentamos en una mesa al lado de la ventana, se quitó el abrigo y me preguntó que quería, me sentí un poco ridícula al decirle que quería un cola-cao, pero bueno es que el café no me gustaba nada, era olerlo y ponerme mala.
- Tomá, ten cuidado que aún quema un poco.
- Gracias. - pero lo dijo tarde ya me había quemado la lengua.
- Llevo un rato pensando pero, no sé de donde pero tu cara me suena mucho, ¿nos habíamos visto antes?- Dijo mirándome a los ojos, provocando que me sonrojara.
- Sí, bueno solo fue un minuto, pero si, fue hace unas semanas en el parque tú estabas con tus amigos jugando al fútbol...
- Si, tú eres aquella chica del banco a la que dimos sin querer, ya te dije que una chica así era difícil de olvidar.
- ¿Eso debo tomármelo como un cumplido?
- Pues claro, con unos ojos así es imposible pasar desapercibida.
- Muchas gracias, ¿por cierto aún no me has dicho tú nombre?.
- Harry.
- Encantada yo soy Blake. - dije mientras le ofrecía la mano, cuando él la estrechó un escalofrío recorrió mi cuerpo, haciendo que me estremeciera levemente.
- ¿Estás bien?
- Claro, ha sido un escalofrío será el tiempo este que esta loco.
- Si lleva unos días que no hay quien lo entienda.
- ¿En serio vamos a hablar el tiempo?
- No, supongo que sería un poco extraño hacerlo.
- Sí, un poco... ¿Y como que no has venido estás semanas? Créeme que a mi tampoco se me olvidaría la cara del chico que me hizo un moratón de dimensiones considerables en la rodilla.
- Pues he estado de viaje estos ultimas semanas y técnicamente yo solo fui a por el balón, yo no fui el que te dio el golpe fue un amigo.
- Ya ya menuda escusa.
- Oh no es ninguna escusa, aunque si lo piensas bien, nunca nos hubiéramos conocido de no ser por ese pequeño golpe, por lo menos hay algo bueno.
- Sí supongo que es algo positivo. - Le dije mientras bajaba la mirada y ponía un mechón de mi pelo detrás de la oreja.
- ¿Podrías venirte algún día con nosotros? Así podría presentártelos.
- No sé.
- ¿Por qué?
- Llamame idiota pero me da vergüenza, soy muy tímida por si no lo estás comprobando me cuesta mucho abrirme a la gente por miedo a lo que piensen de mi. Siempre me pasa, es como si necesitase que alguien me protegiera y más ahora que estoy en un sitio donde no conozco a nadie.
- ¿No tienes porque preocuparte esta vez conoces a alguien no?
- Si supongo pero no es igual, aún siento que no encajo bien aquí como si me faltara algo, pero prefiero no pensarlo, no quiero echar de menos Londres, ni la mayoría de las cosas que he dejado allí.
- ¿Así que eres de Londres? ¿de que parte? - me dijo con cara de sorpresa.
- Sí, soy de Holmes Chapel.
- ¿En serio?
- Si, ¿por qué que tiene de raro?
- No, es que yo también nací allí, valla el mundo es un pañuelo.
- ¿Si? ¿Que casualidad no? ¿Y como es que estás aquí?
- Bueno el trabajo de mi padre ya sabes, nos mudamos cuando yo tenía siete años y hasta ahora, estas ultimas semana estuve allí con mi familia unos días.
- Por eso no viniste a clase, bueno ahora tengo a alguien con quien irme si algún día lo necesito. - él simplemente sonrió ante mi propuesta y eso significaba un sí de eso si estaba segura.
- ¿Bueno y supongo que allí dejarías a alguien especial no? ¿Un chico tal vez?
- No, solo dejé a mis amigos, no tengo novio. - le dije con voz decidida.
- ¿No? Imposible que una chica como tú no tuviera un novio, o algún enamorado secreto.
- No, créeme que no, han pasado demasiadas cosas allí en Londres con alguien que... bueno no importa. ¿y tú? Ahora me dirás que no ¿verdad?
- ¿Como lo sabias?, no en serio, no tengo a nadie, eso si yo cada día estoy con una nueva, la gente me agencia novias a los cinco minutos y no lo entiendo, puede que mañana alguien diga que tú y yo somos más que amigos.
- Valla, estas hecho un ligon, por lo que veo.
- No, nada que ver, solo tengo amigas. - cuando dije eso, puse cara de “ya claro” y él enseguida matizó. - me refiero sin derecho a roce, solo amistad.
- Bueno haces bien, a veces es mejor conocer bien a las personas antes de tener algo más con ellas, hay veces que te llevas la desilusión mas grande con la persona que menos te esperas.
- ¿A ti te ha pasado?
- Si, y jamás pensé que me harían algo así, pero ya no importa cosas como esas son las que tenemos que olvidar cuanto antes y empezar otra vez. - por un momento me dio por mirar el reloj y ya era casi la hora de comer, me había pasado más de 3 horas hablando con él y era como si hubieran sido unos cinco minutos, aquel chico lo tenía todo era guapo, simpático, divertido, sabía escuchar, era perfecto, me hacía sentir protegida y eso sería algo bueno... Creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario