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sábado, 29 de septiembre de 2012

D.Blake 3ª parte/Capitulo 133


De nuevo en el aeropuerto esperando para coger el avión que nos llevaría de regreso a Manhattan, estaba reventada así que parecía un sonámbula por los pasillos del aeropuerto, a penas podía abrir los ojos, Harry tenia que cargar conmigo más el carro donde llevábamos las maletas.
Subimos al avión me recosté en el hombro de Harry y me dormí.

Casi cuatro horas después me desperté, Harry estaba leyendo un libro pero al sentir que me movía dirigió una mirada hacia mi con una sonrisa.
– Ya era hora de que te despertaras. - dijo dándome un beso en la frente.

– ¿He dormido mucho? Espero que no te hayas aburrido sin mi. - dije estirándome como pude. - ¿Cuanto falta para llevar a casa?

– Una semana. - dijo como si nada.

– ¿Cómo que una semana? Pero...

– ¿No pensarías que París era el único viaje que teníamos?

– Mm pues si. - dije confusa. - ¿Entonces donde vamos ahora?

– A una maravillosa isla del Caribe.

– ¿El Caribe? Me estas dejando loca Harry, ¿y este cambio de planes?

– En realidad siempre han estado, solo que tu los desconocías.

– Vamos básicamente como todos tus planes, estás fatal ¿lo sabes verdad?

– Desde luego que lo sé pero ver tu cara cuando te llevas una sorpresa no tienen precio.

El vuelo se alargaría durante unas horas más pero no importaba así podríamos hablar durante más tiempo y recuperar algo del tiempo que estuve dormida desde el despegué en París.
La azafata trajo la comida y nada más traerla el olor  me revolvió el estomago y tuve que salir prácticamente dispara hacia el baño con unas nauseas terrible. Era para morirse.
– ¿Blake te encuentras bien?. - dijo Harry tras la puerta.

– Sí... - una arcada de nuevo se apoderó de mi. - no, creo que no.

– No te agobies... ¿Quieres algo para el mareo?

– No. - dije saliendo de aquel cubículo al que llamaban baño en los aviones. - ya se me ha pasado un poco, pero no quiero ver la comida por ahora.

– Ven vamos a sentarnos. - dijo poniendo un brazo sobre mi cintura.

– Odio los aviones. Que mala suerte tengo ¿por que me tiene que pasar a mi?

– No pasa nada te habrá sentado mal el desayuno Blake o la cena de ayer.

– Pues no lo sé. Pero me quiero morir ahora mismo.

– ¿Qué dices anda? Ven tumbate. - Harry me coloco la cabeza en su regazo y apoyé las piernas sobre el asiento libre. - ¿mejor?

– Más o menos. Recuérdame no comer más pescado de ese en mi vida.

– Habrá sido el desayuno Blake, si fuera el sushi de ayer, te hubieras puesto mala anoche. O puede que fueran los postres.

– Eso seguro que no. - dije muy convencida de ello. - Con eso no puede ponerte mala en la vida.

– Seguro...

– Que sí.

– Vale, anda no hagas muchos esfuerzos.

– Pero Harry tienes que comer tú, no quiero matarte de hambre.

– No importa comeré más tarde.

– Como quieras, pero prométeme que comerás. - Harry hizo un leve asentimiento. - Menuda manera de empezar un viaje. 

No sé exactamente cuanto tiempo tardamos en llegar a la maravillosa segunda parte de mi luna de miel, me pasé el viaje  prácticamente durmiendo o atontada por las pastillas para el mareo que me había tomado aunque había que decir que dieron un buen resultado.
Fuimos a recoger nuestras maletas y un taxi estaba esperándonos en la puerta para llevarnos a nuestro hotel.
Después de las palizas a andar que nos metimos en parís Harry decidió hacer una segunda parte del viaje para relajarnos en las maravillosas playas del caribe.
Era un complejo turístico, es decir que saldríamos del hotel prácticamente cero, salvo alguna excursión pasaríamos los cinco días en el hotel donde no nos haría falta de nada. Y creerme era lo mejor que me podía pasar ahora mismo.

El hotel no era un inmenso edificio sino que las habitaciones eran como pequeños bungalows frente al mar, y luego estaban algunas de las instalaciones como la piscina, el gimnasio, las saunas y millones de cosas más que no iba a enumerar porque podría tirarme el día entero haciéndolo.
Nuestro bungalow era el 309, así que dejamos las cosas allí y nos fuimos a la playa.
– Me encanta, es precioso, ¿has visto que playa? Mira la arena y el mar es cristalino, es como en las películas Harry.
– Sabía que te gustaría.

– ¿Conocías esto?

– No pero me habían hablado de ello.

– Pues en que hora  lo hicieron, es perfecto. - me abracé a él con fuerza como si necesitara saber que todo era real. - te quiero Harry.

– Y yo a ti Blake. - y me besó.

Esto compensaba el mal viaje que había tenido pero con creces, estuvimos en la playa hasta que prácticamente anocheció después fuimos a cenar y a pesar de las horas que habíamos dormido en el avión sobre todo yo nos fuimos pronto a dormir, mañana sería un día muy largo.

Hizo un calor horrible durante toda la noche, la humedad que había en el ambiente me agobiaba un poco y encima la ropa estaba tan mojada que se me pegaba al cuerpo así que al final terminé durmiendo solo con la parte inferior de mi ropa interior, tenía el pecho al descubierto pero me daba igual, no podía morirme de calor y menos por vergüenza.
Cuando desperté Harry estaba mirándome con una sonrisa resplandeciente que siempre me dedicaba nada más levantarme, hacía que mi humor fuera mejor.
– Buenos días. - dijo con un beso.

– Buenos días. - dije cubriéndome un poco con la sabana.

– Veo que no has pasado precisamente frío.

– Pues no casi me muero aquí, por eso me tuve que quedar en bragas, sino no me hubiera puesto así ni de coña.

– Pues a mi me gusta que estés así cuando me despierto.

– Era evidente que te gustaría.

– Hay menos que quitar. - dijo poniéndose sobre mi para besarme.

– En el fondo que halla obstáculos me gusta sabes, aumenta las ganas por si no lo sabias. - dije volviendo a besarle.

– Pero sabes que soy un impaciente.- dijo besándome por el cuello.

– Lo sé. - dije con un breve escalofrió. - pero yo siempre gano la batalla. - dije dando la vuelta en la cama hasta que acabé sentada sobre él.


– Siempre lo haces. - ambos reímos entre beso y beso.

– Aun que haya pasado el tiempo me siguen gustando estos peculiares buenos días tuyos.

– Sé que te vuelven loca.

– No te lo creas tanto Styles, yo también te llevo por donde quiero en cuanto me acerco a ti justo como lo estoy haciendo ahora. -  dije besándolo con más interés que antes. - Solo tengo que retirarme un poco cuando buscas mis labios.

– No lo hagas.

Y en efecto, no lo hice, ni un solo milímetro de mi cuerpo se apartó de él y probablemente jamás querría hacerlo.

Parecía que los días se pasaban en cuestión de horas en un lugar como ese, era el mismísimo paraíso para mi, nada podía ser mejor en estos momentos, la rutina de aquel lugar era perfecta, sin preocupaciones,sin prisas, era un gustazo estar allí y  más si Harry estaba a mi lado. Harry era la persona mas feliz del mundo y podía verlo en cada sonrisa, en cada caricia en cada beso, era todo para él y él para mi. Llevaba casa casi tres semanas y aún se me hacía extraño tener aquel anillo sobre mi dedo, con el que había sellado mi para siempre con Harry.
¿Que piensas Blake?

– En lo bien que estoy aquí, contigo, sin preocuparme de nada solo de disfrutar contigo. Hace tiempo que no me sentía tan liberada.

– Aún no puedes creerlo ¿verdad?

– La verdad es que no, aún se me hace raro que me llamen la señora de Styles. Siempre había sido la tímida hija de los Humprhey. La que apenas no se atrevía salir de las faldas de su madre y mírame ahora, tengo veinticuatro años y estoy casada con el hombre que encontré en una ciudad completamente nueva, que me hizo ser lo que soy ahora. La vida ha pasado muy deprisa Harry, a sido como pestañear.

– Cuando  el tiempo pasa deprisa es por que estas disfrutando al máximo de ellos.

– No tengo nada de lo que arrepentirme desde luego, yo no cambiaría mi vida en absoluto Harry,me siento completa.

– Me alegro de oírte decir eso, antes siempre hablabas con cierta desconfianza en tus palabras pero ahora todo es diferente, haces las cosas pensando en ti y no tanto en los demás y aun que  a veces piensas que no es lo correcto al final siempre te sale bien, porque pones ganas y empeño en ellos. Eres una superviviente.

– Gracias Harry. - me acerqué a él y le besé.

– ¿Como crees que estarán las cosas por allí? ¿nos estarán echando de menos?
– Probablemente sí. No pueden vivir sin nosotros y estarán como locos por recibir noticias nuevas. Me gusta esto pero echo de menos mi casa.

– Yo también, es raro estar tanto tiempo fuera de casa, pero por lo menos esta vez estoy contigo, no como las otras veces donde tenía que estar sola en una habitación tan grande.

– Me alegro mucho entonces y más vale que te acostumbres a mi presencia  porque no te voy a dejar nunca solo.

– No creo que eso sea un castigo. - Harry sonrió y me besó lenta y pausadamente provocando aquel escalofrío tan familiar sobre mi piel.


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