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sábado, 29 de septiembre de 2012

D.Blake 3ª parte/Capitulo 132


Podría decirse que mis días en Disney fueron algo increíble, me volví a sentir como si tuviera diez años y le pedía a mi madre venir a toda costa pero ella siempre trabajaba y nunca me llegaron a traer pero no me importaba ahora que estaba allí era lo mejor del mundo.
Me hice fotos en todos los lados posibles y ningún rincón del parque quedó sin fotografiar, no quería perderme nada, al estar en época baja no había mucha gente por lo que todo era perfecto y no había que esperar las insufribles colas para poder montarte en una atracción.
Las tienda de regalos eran una maravilla y prácticamente arrasé con media tienda, cada cosa que me paraba a mirar me gustaba así que les llevé a todos un recuerdo de allí, aunque fuera un simple imán de la nevera de los que por cierto dos de los cinco que compré eran para mi.
Harry no paraba de reír al verme allí, le gustaba verme como si fuera una niña y por eso siempre estaba con la cámara en la mano haciendo fotos de despiste como a él le gustaban.


Vas a llenar la memoria de la cámara solo con fotos mías.

– ¿Qué más da?, yo quiero tener el recuerdo de esto siempre, estás irreconocible Blake.

– Porque me encanta esto, ¿tú sabes la de veces que quise venir aquí? Mis padres siempre trabajaban y cuando les daban vacaciones las tenían para descansar en la casa de la sierra. Mis padres no eran de viajar en vacaciones porque bastante viajaban durante todo el año por culpa del trabajo.

– Bueno entonces entiendo muchas cosas ahora.

– Así me gusta Styles que me comprendas jajaja. - me acerqué a él rodeé mis manos al rededor de su cuello y le besé. - te quiero.

– Yo a ti mucho más. - volvió a besarme.

– Si empezamos así no terminamos nunca, así que dejemoslo en un empate.

– Si insistes lo haré.

– ¡Oye!

– Es broma tonta.- dijo dándome un abrazo.

– Harry tengo un hambre terrible otra vez, estoy segura de que me pasa algo. Al final esto de la luna de miel me va a servir para engordar cien kilos, no para un solo momento.

– El cansancio da hambre muchas veces.

– Esperemos que sea eso y que mi metabolismo no cambie porque sino... lo llevamos claro.

– ¡Que tonta que eres!

Cuando llegamos de nuevo al hotel, nos duchamos y nos arreglamos un poco para salir la ultima noche a cenar por París. Mi madre me había recomendado algunos sitios para poder cenar en París, aunque conociendo a mi madre serían restaurantes donde te ponían el típico plato vacío con un pegote en medio, mi madre y el arte comestible.
Harry propuso la idea de cambiar un poco y fuimos aun restaurante japones a comer sushi a mi la idea de comer pescado crudo no me convencía demasiado pero bueno luego acabaría en una hamburguesería muerta de hambre y más con lo que me estaba pasando últimamente con mis ganas repentinas de comer a todas horas.

Cogimos el coche y en apenas un cuarto de hora llegamos allí, el sitio era muy bonito y parecía un sitio agradable y tranquilo para pasar una buena velada. Una camarera nos acomodó en una de las mesas que había encima de una especie de acuario gigante, te daba la sensación de que al pisarlo se rompería el cristal y acabarías nadando entre los peces, que seguramente acabarían  cocinados para nosotros en los próximos minutos.

– Es diferente.

– Sí, desde luego que lo es, en mi vida iba a probar esto y mira donde estoy.

– Es bueno salir dela rutina.

– Si yo no digo que no pero yo y el pescado no nos llevamos demasiado bien.

– Te gustará.
De nuevo vino la misma camarera y nos dijo que queríamos tomar, yo como no tenia idea de esto, dejé que Harry hiciera la elección por mi poniendo una confianza ciega en él.
En unos minutos la cena ya estaba allí así que deducí que matar al pescado y ponerlo en un plato no es que tuviera gran elaboración. Cada vez me daba mas cuanta de lo exquisita que era para comer.
– No pongas cara de asco y prueba. - dijo Harry.

– Vale, lo intentaré. - cogí un pequeño rollito de color verde que había, supuse que serian algas así que no quería pensarlo más y me lo metí en la boca.

– ¿Y?.- dijo Harry expectante por ver mi respuesta.

– Mm no está mal, pero esto es arroz así que no estaba malo.

– Vale pues ahora prueba este.

– ¿Qué es eso naranja?, ¿Salmón?

– Cómelo y lo verás. - Harry me metió en la boca el trocito de arroz con esa cosa naranja por encima y tampoco estaba tan mal, tenia un sabor raro al principio pero no estaba tan malo.

– No es algo que me entusiasme pero se puede comer.

– Ves si es que eres una quejica.

– Si pero después de esto quiero ir a un sitio genial donde hacen unos postres que te quedas muerto en cuanto los pruebas.

– Trato hecho. 

Tal como habíamos acordado fuimos después de cenar a un sitio donde había unos postres increíbles, había leído en Internet que eran los mejores que habían en la ciudad de París y eso no podía perdérmelo y más con la de antojos que tenía desde hacia unos días.

– Esta vez déjame a mi pedir.
– Vale lo dejo a tú elección, enseguida vuelvo.
Mientras Harry iba al servicio yo le dije a la camarera que nos trajeran un postre para compartir, ya que esas pedazo de cosas yo no podría comérmelas sola por mucha hambre que tuviera. Pedí un poco de todo para probarlo, la chica cogió el pedido y se fue hacia la cocina.
– ¿Ya has pedido?

– Sí, ya están en ello. ¿Mañana  aque hora tenemos que levantarnos par el vuelo?

– Pues a  las seis, nuestro avión sale a las siete y media.

– Está bien, entonces procuraremos no llegar muy tarde a casa. - la camarera puso delante de nosotros un plato lleno de trocitos de gofres con frutas chocolate, nata, helado, se te hacía la boca agua nada mas verlo.

- Muchas gracias. -dije mientras la camarera se retiraba.


 – Vamos morir con esto, con tanta azúcar no hay quien nos duerma hoy.

– Eso solo le pasa a los niños Harry.

Y allí entre risas, compartiendo aquel magnifico postre terminó nuestra ultima noche en París.

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