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domingo, 30 de septiembre de 2012

D.Blake 3ª parte/ Capitulo 138


La horrible mudanza empezó, después demás de tres días embalando las cosas para meterlas en cajas para  llevarlas hacia donde sería nuestro nuevo hogar. En esos días todo ayuda era poca para nosotros, teníamos los brazos hechos una pena, pero había que hacerlo cuanto antes y así instalarnos antes de que yo estuviera más avanzada en el embarazo, casi ninguno de los que estábamos allí me dejaba a hacer nada, en especial Harry y Niall.
– Estoy embarazada no manca.- dije exasperada.

– Nos da igual, Harry  no quiere que cojas las cosas con mucho pesos ni que estés de pie todo el rato.

– Niall me siento una inútil, aquí sentada mirando como los demás lleváis mis cosas. - dije recalcando el “mis cosas”.

– Me da igual, puede ser muy pesado si me lo propongo así que haz caso y quedate aquí.

Resignada por no seguir discutiendo con él, me quedé sentada mientras los demás bajaban las cajas, para distraerme empecé a leerme un libro. La lectura era muy interesante así que me evadí un poco del mundo y me concentré en el libro, así que a penas me di cuenta de que todas las cosas estaban ya en el camión de la mudanza hasta que Harry vino a abrazarme.
– ¿Ya está todo?

– Sí.- dijo sonriendo.

– Oh me ha encantado colaborar en todo esto, me he sentido muy útil.

– Blake...

– Te digo lo mismo que a Niall,estoy embarazada no me falta ninguna extremidad, aún puedo hacer cosas.

– Ya lo sé pero no quiero que hagas grandes esfuerzos.

– Bueno vale tal vez no pudiera bajar las cajas, pero desembalar las cosas si ¿no?

– Cuando lleguemos allí  te dejaré hacerlo, te lo prometo.

– Más te vale que me dejes si no empezaré a ser la típica embarazada llena de antojos que tendrás que cumplir incluso a las dos de la madrugada.- me acerqué  a él para besarle y después al separarme le dí con el libro en el brazo.

– ¡Ah! ¿y esto porque?

– Se me resbalo de la manos, es que pesa mucho. - dije guiñándole un ojo mientras me iba hacia la puerta.

De camino a la nueva casa no paraba de hablar con Harry, temía que en cualquier momento me mandara callar por lo pesada que estaba siendo, pero es que no podía parar de decir todo lo que pensaba en alto.
– ¿Por cierto has pensado algún nombre que te guste?

– Bueno algo he pensado.

– ¿Y?

– ¿Cómo que Y?

– ¿Qué cuales has pensado?, tendremos que decidirnos por un nombre, no quiero un hijo sin nombre cuando nazca, no entiendo a esa gente que no sabe el nombre de si hijo hasta que nace, es horrible ver a tu niño y no susurrar su nombre la primera vez que lo ves.

– Tú primero.

– ¿Yo? Bueno he pensado bastantes aunque definitivamente me he decidido por uno de niño y otro de niña. Si es una niña me gusta mucho el nombre de Valeria.

– ¿Un nombre español?

– Sí, no se oye mucho nombres en español por aquí y si fuera un niño me gusta el nombre de Hugo. ¿te gustan?

– Sí, son bonitos aún que a mi me gusta el nombre de Amy.

– A mi también me gustaba ese nombre pero no creía que te fuera a gustar.

– Pues si, la verdad es que me gusta bastante ese nombre entre muchos otros claro.

– ¿Y si es un niño?

– Si es un niño no tengo ni idea, ese nombre me gusta, Hugo.

– Bueno yo ya sé que es un poco típico pero el nombre de Harry me gustaba mucho.

– ¿Quieres llamarle como yo?

– Bueno, no me importaría.


Como supuse Harry no me dejó hacer nada en la mudanza a pesar de habérmelo prometido y yo aunque intenté llevar  acabo mi plan de ser una embarazada quejica, no dio resultado porque me  sentía mal si hacía cosas solo por molestarle. Harry veía que yo me solían enfadar bastante por eso así que cuando quedaron por colocar las cosas menos pesadas, me dejaron colaborar. No es que tardara mucho en hacerlo, prácticamente no había nada que colocar. Cuando todos se marcharon y me quede a solas con Harry le eché la bronca.
– Me lo prometiste, me he aburrido como una ostra aquí toda la tarde, me haces sentirme inútil sin poder poner las cosas  de “mi casa”. - dije recalcando el “Mi”.

– Lo siento pero necesitas reposo. No quiero que nada salga mal.

– Nada saldrá mal porque me dejes colaborar un poco Harry. Te preocupas demasiado.

– Lo sé pero no puedo evitarlo, tengo que cuidaros a los dos.

– No puedes ser tan protector Harry.

– Y tu no deberías ser tan pesada.

– No soy una pesada.

– Es verdad, eres mi pesada.

– Eres idiota. - Harry se separó de mi aún cogidos de la mano y empezó a hacer que girara para bailar conmigo. - te quiero.


– Y yo a ti Blake,por eso quiero que seas feliz.

– Soy feliz desde el día en que te conocí. Y cada día has echo que crezca mi felicidad... bueno nuestra felicidad. - dije mirando mi tripa.

No tardamos mucho en instalarnos por fin en nuestra nueva casa, era un placer estar en esa urbanización,se respiraba paz y tranquilidad por todos los lados, cuando volvía del trabajo con Harry nos íbamos a dar un paseo por allí, había unos parques muy bonitos y al estar cerca del campo íbamos muchas veces a explorar un poco los alrededores, eso sin sin grandes esfuerzos ya que mi cuerpo me impedía andar más de una hora y media seguidas.
Mi tripa iba creciendo a la vez que mis ilusiones de ser madre, cerca de mi sexto mes, mi tripa ya se notaba bastante y era un gusto poder tumbarse en el sofá a la espera de que el bebé se moviera aunque solo fuera un segundo y pareciera que tuviera una culebra dentro de mi, en vez de un bebé. Harry y yo teníamos unas ganas locas de saber que sería. El dilema de los nombres aún nos rondaba pero pronto se acabaría el decidirnos por un nombre en cuanto supiéramos que era lo que estábamos esperando.
La noche antes de la ecografía a penas pude dormir, estaba nerviosa incluso más que las otras veces, solo esperaba poder saber por fin el sexo del bebé, pero tampoco hubo suerte nuestro pequeño se resistía a dejarnos ver como era. De camino a casa le dije a Harry que no quería saber que era el bebé hasta el momento que naciera, ya que siempre íbamos con la idea de saber que era y nunca se veía porque el pequeño se resistía, Harry al principio se negó, dijo que el si querría saberlo pero al final después de mucho insistirle acabó accediendo.
Pensando detenidamente solo quedaban tres meses para que naciera y si habíamos aguantado  ya seis no importaría a esperar un poco más.


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