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sábado, 29 de septiembre de 2012

D.Blake 3ª parte/Capitulo 130



Una mañana de principios de Octubre me levanté de la cama mucho antes de lo que solía hacer. Harry aún dormía así que aproveché para hacer unas cuantas cosas. Cuando entré en el baño me sentí algo rara hacía solo unos días de mi boda y aún flotaba en una nube, aquellos sueños de los que Vicky yo hablábamos desde niñas se habían hecho realidad o por lo menos gran parte, nunca me imaginé que mi marido sería aquel chico de dieciocho años que me encontré el primer día que llegué a Manhattan y mucho menos que sería aquel chico él que me haría la persona más feliz del mundo día tras día. Me miré en el espejo y seguía siendo la misma pero con un toque diferente, era algo extraño.
– ¿Qué estás haciendo?- dijo Harry desde la puerta.

– Pensar. - dije dándome la vuelta para mirarle directamente.

– ¿Y qué está pensando esa cabecita tuya?

– En cosas nada en especial, en nosotros, en como me siento ahora, las dudas que me asaltan sobre el futuro... ya sabes... cosas.

– ¿ Así que dudas sobre el futuro? y ¿Cuales son esas dudas?.- dijo rodeando mi cintura con sus brazos.

– En realidad hay muy pocas, no es que pueda desear nada más en este momento... soy feliz así por el momento.

– Bueno ya que estoy despierto quería hacerte una propuesta.

– ¿A sí? ¿y cual es si puede saberse?. - dije acercándome para darle un beso.

– Nos merecemos un viaje de Luna de miel.

– ¡Es cierto! Dios con todo lo de la boda no había caído... pero los vuelos costarán un pastón para irnos ahora.

– No hará falta cogerlos ahora, hace tiempo que los tengo.

– ¿Como? ¿cuando los has hecho?

– En cuanto te lo pedí.

– ¿Y que lugar has elegido?. -dije con una gran sonrisa.
– París. Dentro de dos días.

– ¿París? ¿Lo dices en serio? ¡me encanta!

Le besé, si, recuerdo que le besé como nunca lo había hecho, esto era un sueño del cual jamás despertaría.

Dos días mas tarde Harry y yo estábamos dispuestos a coger el avión que nos llevaría hasta nuestro destino elegido para pasar nuestra luna de miel, había tantas cosas que quería hacer en París que la semana que estaríamos allí se me pasaría volando.
Un vuelo de ocho horas sería interminable así que Harry estuvo dándome conversación constantemente para que se me hiciera más ameno pero el sueño poco a poco se apoderó de mi, me apoyé sobre el regazo de Harry y  me quedé profundamente dormida.

[Narra Harry]

Aquel silencio en el avión mientras todos dormían me dejaba pensar, sin temor a que nadie me mirara mientras recordaba todas y cada una de las cosas que en tan pocos días me habían sucedido.
Blake estaba a mi lado y esta vez sería para siempre, ya nada nos podía separar por lo menos por el momento pero no quiero pensar en que algo nos separará en un futuro, la prometí un para siempre y pienso cumplirlo cueste lo que cueste, sé que todo merece la pena, las peleas, los enfados,  los enfrentamientos tontos, las reconciliaciones, los momentos a solas, los recuerdos de todos estos años, sus sonrisas, sus mejillas ruborizadas... todas y cada una de las cosas que habíamos pasado juntos contaban como un buen recuerdo, porque todas esas cosas formaban parte de esto, de nosotros.
Ahora mientras la veía dormir sentía cierta debilidad por besarle pero temía despertarla, aunque su sonrisa merecía la pena, si definitivamente Blake es mi debilidad.
– ¿Señor necesita algo?.- dijo una azafata.
– Que esto no acabe nunca.

– ¿Perdone?

– Nada olvídalo, solo pensaba en alto.

– Esta bien, si necesita algo llámeme.

– Lo tengo todo justo a mi lado. - dije mirando a Blake con ternura, la azafata sonrió y se fue sin hacer ruido y entonces cerré los ojos y me dediqué a soñar despierto.



***
[Narra Blake]

Llegamos a París y eran cerca de las diez de la noche, así que aquel día no en que tuviéramos mucho tiempo para hacer cosas por lo que Harry y yo cenamos en nuestro hotel y después iríamos a dar una vuelta para mas o menos saber por donde empezaríamos a la mañana siguiente. A pesar de haber dormido gran parte del viaje, estaba muy cansada asi que la vuelta por la ciudad de París no duró demasiado, cuando llegué al hotel, me duche y enseguida me metí en la cama observando las maravillosas vista de la Torre Eiffel desde la ventana de nuestra habitación.


No recuerdo que soñé aquella noche pero, ese sueño me dejó un recuerdo dulce al despertarme. En cuanto abrí los ojos desperté a Harry para no perder mas tiempo y empezar a visitar la ciudad de París, estaba muy ilusionada por ver cada rincón de la capital francesa.
Desayunamos en el hotel y enseguida emprendimos el rumbo por las calles parisinas.


Era un ciudad preciosa y en cada esquina tenía un encanto peculiar, la gente era muy amable contigo a pesar de la fama que tenía, siempre que preguntabas algo, te contestaban en un tono cortes.
Empezamos por el Arco del triunfo y la Torre Eiffel ya que nuestro hotel estaba pegado no íbamos a empezar por otro sitio mejor que ese. Harry insistió en subir a la torre pero yo no tenía el cuerpo muy católico que digamos así que me negué pero al final acabé subiendo. Mientras íbamos en el ascensor que nos llevaría a lo alto de la torre me estaban dando unas nauseas terribles pero di por hecho que serían del vértigo, raro en mi porque jamas había tenido. Por fin llegamos a los balcones de la torre y e de decir que había unas vista impresionantes, era una maravilla poder tener el privilegio de ve la ciudad de parías desde esa altura.
Harry sabía que lo había pasado mal así que no me soltaba la mano un solo segundo desde que habíamos salido del ascensor y me encantaba la sensación de paz y confianza que me daba cuando hacía un simple gesto como era cogerme de la mano.
– Es precioso, me encanta. - dije sonriendo.

– Sabía que te gustaría a pesar de tus miles de protestas para no subir, algo así no te lo puedes perder por nada del mundo.

– Cierto, gracias por convencerme. -  me acerqué a él y le abracé respirando su dulce aroma.
– ¿Se te ha pasado el mareo?

– Sí,tranquilo estoy bien. - dije mientras seguía abrazada a él. - Ha sido una tonterías, serían los nervios. Lo que si tengo es hambre.

– ¿Hambre? ¿pero si acabamos de desayunar hace una hora?.

– Yo lo sé pero tengo hambre otra vez.

– Vale volvamos a desayunar.

– Jo ahora me siento como una gocha que no para de comer a todas horas. En cuanto volvamos a casa me pondré a dieta.

– Pero si estas perfecta Blake.

– Si pero me pondré como una cerda aquí. ¿Tú sabes la de cosas buenas que hay en París? y encima engordan mogollón, estoy empezando a preocuparme.

– Mira que eres boba, nunca cambiarás en eso.

– Si soy una boba pero si me vuelvo una ballena no querrás estar conmigo, es algo evidente.

– Boba no, tonta, eres tonta. - dijo dándome un ligero empujón.- me da igual como seas por fuera mientras por dentro siga siendo la misma.

– Lo decía de broma ¿vale?, sé que me querrías igual sea como sea.

Cuando pisamos tierra firme fuimos a comprara lago en una pastelería que había cerca de allí, donde había unas galletas de chocolate rellenas alucinantes, en mi vida había probado algo así asique me compré unas cuantas y mientras caminábamos  por las calles de París íbamos acabando con ellas tanto Harry como yo, porque al final no pudo resistirse ante tales maravillas de la repostería francesa.

– Esto es otra cosa. Ahora puedo incluso pensar con claridad. - Harry comenzó a reírse y enseguida me uní a él, de nuevo me cogió dela mano y fuimos hacia los campos Elíseos.

Después del paseo fuimos a mirar algunas tiendas para llevarles a todos un recuerdo de París. No quería llevar muchos bultos en el viaje de regreso pero allí era imposible todo era tan bonito que era  una pena dejarlo allí sin que nadie más lo comprara. Evidentemente yo era algo compulsiva con las compras pero esta vez me controlé algo mas porque sino me tendría que salir yo del avión para meter todo lo que se me antojaba, pero sin duda mi mejor adquisición fue un bolso de Chanel de color marrón precioso y en realidad no era tan caro y encima conjuntaba con cualquier cosa así que en cuanto lo vi supe que tenía que ser para mi. 
En cuanto salí de la tienda no pude evitar ponérmelo que además quedaba muy bien con mi vestido corto de encaje blanco. Tras mi gran compra continuamos mirando tiendas para comprarles algo a nuestros amigos y nuestras madres que serían las más difíciles. Con Kate a penas hubo problema sabía que le encantaría una chaqueta de Chanel que llevaba tiempo detrás de ella así que no hubo mas problemas. Harry dijo que se encargaría de comprarle algo a los chicos y yo me centré en nuestras madres y Mike.

En una pequeña calle encontramos una tienda de antigüedades que sabía que a Mike  le volvían loco así que entré sin pensármelo mas, era una pequeña tienda pero había tantas coas en los escaparates y estantes que no sabías por donde empezar a mirar. El dueño de la tienda nos dijo que si nos podía ayudar en algo y le pregunté por si tenía alguna caja con recortes antiguos de revistas de moda y fotografías, ya que eso sería una sorpresa estupenda, el dependiente dijo que solo tenía algunos recortes y fotografías pero estaba todo suelto, pero eso no fue problema el hombre me trajo las cosas que le había pedido y después busqué un caja tipo vintage de madera en uno de los estantes donde ponía algunas inscripciones en color dorado, metí todo allí y le dije al hombre que me lo envolviera para regalo.

Fue un primer día inolvidable y los que nos quedaban aún en esa exquisita ciudad llamada París.






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