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lunes, 8 de octubre de 2012

Capitulo 140


– Me alegro mucho de que me llamaras. Me vendrá bien desconectar un poco.

– Muchas gracias a ti por aguantarme a mi con todas mis preguntas. Te aseguro que no son pocas.

– Tranquila, si se trata  de ayudarte lo haré encantada. 

Elisa me llevó a una cafetería donde había un parque para que Martina pudiera estar allí sin problemas , así mientras ella jugaba yo podría charlar con ella. Martina no paraba quieta un solo segundo y siempre quería estar en la mesa con nosotras en vez de jugar, Elisa siempre la decía que se fuera a jugar un rato mientras nosotras tomábamos algo allí, al cabo de un rato pareció convencerse y decidió irse a jugar.
– Perdona, es que no hay quien la controle.

– No importa. - dije con una sonrisa.

– ¿Y cuantos años dices que tenías?

– Veinticinco cumplí a principios de mayo.

– Valla eres muy jovencita.

– Sí pero a mi no me da la sensación de que he corrido demasiado.

– Si es lo que piensas, que sea así y que nadie te haga cambiar de opinión.

– No lo harán.

Fue una tarde muy amena, Elisa era muy maja y me ayudaba en todo lo que podía en cuanto a preguntas se trataba, me tranquilizó un poco saber algo más sobre lo que me pasaría en unos pocos días. Debía de confesar que el momento del parto me aterraba, ese dolor del que todos hablaban como lo peor del mundo a mi me quitaba el sueño. Pero no quería pensar en ello, debía de centrarme en otras cosas que aún me faltaban por hacer antes de darle la bienvenida a nuestro pequeño o pequeña.
Me despedí de Elisa y Martina vino corriendo hacia mi para darme un abrazo, la pequeña se hacía querer y eso que la conocía de el día anterior, estaba muy sensible, necesitaba hablar con mamá así que en cuanto llegué a casa la llamé.
Mamá se preocupaba demasiado por mi incluso estando a distancia, llegaba a preguntarme lo mismo una cincuenta veces en menos de cinco minutos y aunque a veces era demasiado pesada se lo agradecía enormemente.
– Te echo de menos mamá.

– Y yo cariño pero la semana que viene papá y yo viajaremos para estar contigo en tus últimos días antes de dar a luz.

– No creo que me mueva de aquí mamá. - Harry entró por la puerta en ese momento y me dijo que le mandara un beso a mi madre de su parte. - dice Harry que un beso... vale yo se lo digo, bueno mamá te dejo ¿vale? Te quiero, adiós.

Harry salió de la cocina con una botella de agua y un vaso en la mano para mi, últimamente estaba muy escrupulosa con todo. Me incorporé un poco en el sofá, el bebé me estaba clavando algo en las costillas y me estaba matando.
¿Estás bien?

– No me esta dando una tarde horrible no para de moverse y me hinca los codos, duele un poco, bueno es más bien molesto. 
– Deberías irte a dormir.

– Si claro sin cenar. - dije poniendo os ojos en blanco.

– Es imposible que tengas hambre si te has comido  un montón de cosas para merendar,lo he visto encima de la encimera.

– Pues si que tengo, este pequeño monstruito pateador no para de quejarse porque al parecer no se queda satisfecho.

– Es igual de quejica que tú. - dijo acercándome para besarme.

– Si y ahora quieres un beso. -dije apartando la cara. - no deber decirle esas cosas una una mujer embarazada la mala leche también se multiplica.

– No será para tanto. - volvió a intentarlo pero le puse la mano en la cara. - ¡Ay Blake! dejame darte un beso.

– No quiero. - dije riendo al ver su cara. Harry me miró con una sonrisa malévola y se puso a hacerme cosquillas como solía hacer antes, no podía parar de reírme y el niño se movía conmigo como si le molestara que me estuvieran haciendo eso y entonces sentí que algo  me caló todo el pantalón.

– ¿Blake no me digas que te has hecho pis de la risa?

– No, Harry no me he hecho pis encima. - dije pálida.

– ¿Entonces que es esto?. - dijo señalando el charco que había en el suelo.

– Acabo de romper aguas.

A Harry le cambió la cara, igual que a mi. Esto  solo podía significar una cosa, estaba de parto.

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